Dice la Organización Mundial de la Salud que cerca del 60% de la población padece fatiga pandémica. Las búsquedas en Internet de términos como cansancio, tristeza, apatía, estrés, depresión, problemas para dormir, incertidumbre o ansiedad, entre otros, se han multiplicado exponencialmente durante el último año. No hay más que hablar con familiares o conocidos para que nos lo confirmen: la pandemia está pasando factura a nuestra salud física y mental.
Por si fuera poco, a esta llamada fatiga pandémica, que por definición son los síntomas de apatía y desmotivación social debido a las restricciones y recomendaciones en cuanto al Covid-19, ahora debemos sumarle un nuevo frente estacional: la astenia otoñal. Sobre esta última se habla largo y tendido cada año y puede que la hayas sufrido en varias ocasiones: si con la llegada del otoño alguna vez has sentido debilidad, somnolencia, falta de vitalidad, apatía o tristeza, sí, puede que hayas tenido astenia otoñal.
Este fenómeno, que afecta a más de la mitad de la población, se produce con el cambio de estación y se debe básicamente a la coincidencia de varios factores ambientales tales como la bajada de las temperaturas y la presión atmosférica, la disminución de las horas de luz al día y al cambio de rutina derivado de los factores anteriores (horas de sueño, comidas, menos ocio, etc.).
Todo esto incide en nuestro organismo, afectando a la regulación de los ritmos circadianos y a la secreción de varias hormonas como la melatonina, las endorfinas, el cortisol… Nuestros ritmos biológicos deben adaptarse a estas nuevas condiciones ambientales y por eso se produce este desbarajuste. Aunque la astenia otoñal no es nada grave y desaparece por sí sola en unas semanas, hay varias cosas que podemos hacer para superarla antes, y más en este año duro del que venimos.
Para lidiar con la fatiga pandémica y la astenia otoñal juntas, he aquí algunos trucos que pueden ayudarnos:
Aunque sea salir a caminar media hora al día. Combínalo con días con ejercicio de mayor intensidad acudiendo al gimnasio, pero tampoco hace falta que te pongas metas superaltas. Simplemente, mantente en forma a través del deporte de manera habitual, aunque te sientas cansado. Te sentirás mejor seguro.
Mantén una dieta variada y equilibrada, rica en vitaminas y minerales, así como en aminoácidos y ácidos grasos. Olvídate de los ultraprocesados, bebidas azucaradas y otras ingestas nada saludables y prioriza la fruta y las verduras, los pescados y las carnes magras, las legumbres, los huevos y los lácteos.
Un adulto debe dormir entre 7 y 9 horas cada día. Mantén cierta rutina a la hora de acostarte y despertarte, no te vayas a la cama con el móvil u otros aparatos electrónicos y no bebas bebidas estimulantes seis horas antes de irte a dormir.
La vorágine del día a día y la fatiga pandémica hacen que prácticamente no desconectemos, y los momentos de relajación, en los que estamos solos con uno mismo, son vitales. La meditación, así como el yoga o el pilates, pueden ayudarte en este cometido. Además, busca tiempo para ti y para aquellas aficiones o pequeñas cosas que te hacen feliz, aunque sea un ratito cada día. Afrontarás la vida de otra manera.